UNA
REVISIÓN AL TEKNÉ DEL HOMO SAPIENS
El conocimiento del arte paleolítico
se ha estudiado paralelamente con el de la formación y conocimiento de la
ciencia prehistórica. Hasta mediados del siglo XIX, las noticias que existen anteriores
a esta data, no fueron interpretadas como arte paleolítico y si atribuidas a
los celtas, que eran considerados los habitantes más antiguos de Europa.
Los primeros estudios sobre arte
parietal comienzan después de que Marcelino Sanz de Sautuola anunciara su descubrimiento
en 1879, referente a las pinturas grabadas en la cueva de Altamira, situada en
Santillana del Mar en Cantabria.
En http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_paleol%C3%ADtico
A finales del siglo XIX, se dan a
conocer varios descubrimientos de cuevas con grabados y pinturas en Francia,
que pusieron las bases para una rectificación del caso Altamira. Los
descubrimientos enunciados fueron entre otros. La Mouthe, les Combarelles, y
Font de Gaume, en la Dordoña y Mausola en los Pirineos.
Hay numerosas cuevas en Francia y
España que “guardan” obras de arte paleolítico. La importancia de los hallazgos
es muy desigual. La mayor concentración de cavernas está en las regiones del
Perigord-Dordoña y los Pirineos en Francia y en el País Vasco, Cantabria y
Asturias en España. Además, hay otras con arte paleolítico dispersas en el valle
del Ródano, Italia meridional, la Meseta castellana y Andalucía.
El reducido terreno
franco-hispánico, ofrece, hasta el momento, las obras más extraordinarias, con
una alta densidad de cuevas decoradas.
Fuera de la Península Ibérica y de
Francia hay pocos lugares con arte rupestre paleolítico, por ejemplo, en
Italia encontramos figuras en la cueva de Cavillon (Balzi Rossi, Ventimiglia);
la cueva Romanelli (Apulia) con el grabado parietal de un toro; la cueva
Paglici, con imágenes y manos rojas; la Romito (Cosenza) tiene un magnífico
toro; y en Sicilia, están las cuevas de Addaduray Niscemi (monte Pellegrino),
al igual que la del Levanzo (islas Egades).
Distribución de yacimientos con Arte Paleolítico en Europa
En http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_paleol%C3%ADtico
El reducido terreno
franco-hispánico, ofrece, hasta el momento, las obras más extraordinarias, con
una alta densidad de cuevas decoradas.
Fuera de la Península Ibérica y de
Francia hay pocos lugares con arte rupestre paleolítico, por ejemplo, en
Italia encontramos figuras en la cueva de Cavillon (Balzi Rossi, Ventimiglia);
la cueva Romanelli (Apulia) con el grabado parietal de un toro; la cueva
Paglici, con imágenes y manos rojas; la Romito (Cosenza) tiene un magnífico
toro; y en Sicilia, están las cuevas de Addaduray Niscemi (monte Pellegrino),
al igual que la del Levanzo (islas Egades).
Las representaciones artísticas
parietales son diversas y se pueden clasificar en varios grupos: a) figuras
zoomorfas, b) antropomorfas, c) las venus, d) las manos y por último e) los
signos.
Representaciones zoomorfas. El mayor
número de figuras corresponde a animales, que ha permitido tener un conocimiento
completo de los distintos animales. El descubrimiento de Rouffinaac, con sus
150 mamuts, pintados o grabados, ha trastocado por completo la representación
de este animal tan característico.
Cueva de Rouffignac. Mamuts afrontados.20000 a.C.
En http://www.artehistoria.jcyl.es/arte/obras/13187.htm
Anteriormente sólo conocíamos 140
figuras; ahora han pasado a 263. Rouffignac cuenta pues con el 46% de los
mamuts conocidos (el 65% de ellos pertenecen a la escuela artística
magdaleniense).
El animal más representado en las
cuevas es el caballo, del que existen varios tipos de équidos representados.
Después le sigue el bisonte del cual, en algunos lugares existieron grandes
rebaños. Otro bóvido representado con gran frecuencia es el uro o toro salvaje,
le sigue en orden decreciente la cabra montés, el ciervo, el rebeco y el reno.
Es de destacar las maravillosas
pinturas de los bisontes de la cueva de Altamira pintados en rojo y negro. El
realismo que alcanzan al movimiento de los animales captados en el momento del
salto; revolcándose en el polvo, de pie o simplemente recostados, es admirable.
El 80% de las representaciones paleolíticas
corresponden a animales.
Las representaciones humanas son
aproximadamente el 7% del total.
En general se tratan de
representaciones que cabría de calificar como caricaturescas en muchas ocasiones y
con detalles animalescos que le dan un aspecto de híbridos. Las imágenes
humanas contrastan con el realismo de las zoomorfas. La mayoría de las
representaciones se presentan de forma descuidada.
Se encuentra el caso de la figura
bien conocida del brujo o mago que ejecuta su danza milenaria en una sala
profunda de la cueva pirenaica de Troi-Fréres.
Es de señalar la gran incógnita que
representa la comparación de las pinturas zoomorfas tan cuidada y
realista con respecto a las representaciones humanas que son de una lastimosa
torpeza en la mayoría de los casos.
Al estudiar la figura humana en el
arte paleolítico debemos hacer un apartado especial con las figuras denominadas
“Venus”, que son la categoría principal de las representaciones antropológicas
en el arte mueble.
En el arte mueble las representaciones femeninas también aparecen y su número, junto con el arte mueble,
rebasa las ciento cincuenta unidades. Las representaciones parietales al aire
libre Angles-sue-l'Anglin, La Magdalaine, Laussel constituyeron verdaderos “santuarios
femeninos”. También es probable que tuvieran ese carácter los más antiguos
testimonios de arte encontrados en Francia: las vulvas profundamente grabadas
de la Ferrassie y de los abrigos Blanchard y Castanet (hoy en los museos de Saint-Germain-en- Laye y
de les Eyzies) correspondientes al período Auriñaciense.
La realidad es que el significado
concreto de las Venus se nos escapa como tantas cosas en el arte
paleolítico; ellas pudieron ser representaciones de la “gran madre” o de la “abuela”
del grupo social, la protectora de los animales, la diosa fecundidad, e
incluso, ideales de belleza.
En las representaciones del arte
parietal paleolítico hay que mencionar las manos. Se tratan de imágenes muy
sugestivas que transmiten un mensaje aunque no somos capaces de comprenderlo.
Las representaciones pueden ser
positivas o negativas (siluetas con un halo alrededor), siendo estas últimas
más abundantes que las primeras. Es frecuente observar la impresión de manos
que presentan mutilaciones.
En total se encuentra una veintena
de manos. Un caso peculiar está representado por las manos mutiladas de las
cuevas de Gargas y Maltravieso en Cáceres. En la cueva extremeña una treintena
de manos pequeñas que presentan la misma mutilación del dedo meñique, lo que
hace pensar en la posibilidad de que se trate de sucesivas representaciones de
la misma mano o tiene algún significado psicosocial.
Existe gran cantidad de signos
paleolíticos que abarcan una variedad de tipologías, que va desde los puntos y
bastoncillos hasta las formas cuadrangulares o rectangulares, con complicadas
divisiones internas (los llamados “tectiformes”, en los que se ve representación
de rudimentarias construcciones, su inventario permite establecer casi un
centenar de tipos o “situaciones”.
Los investigadores del arte
paleolítico consideran que los signos tenían un carácter narrativo o
pictográfico. En la actualidad se definen como “signos”, “símbolos” y también “ideomorfos”. André Leroi-Gourhan los
clasificó en “masculino” y “femenino”. Como en arte figurativo, tienen representaciones
con señales mitográficos diferentes, que podríamos, analógicamente,
relacionarlas a ritos o técnicas mágicas.
Paleolítico y espiritualidad
Es una tarea bastante ardua hallar
la espiritualidad en la época paleolítica. El paleolítico se extiende desde
2.500.000 años atrás con el descubrimiento de los primeros instrumentos de piedra,
hasta cerca de 12.000 años atrás, y es un enorme período temporal del cual
tomaremos el lapso de tiempo que va de 300.000 años atrás hasta alrededor de
12.000 años atrás.
El ser humano de la edad paleolítica
era un cazador y recolector y que durante su largo desarrollo, que duro
millones de años, aprendió a conservar primero, a transportar después y
finalmente a producir el fuego. Vivía en cavernas pero se han encontrado restos
de un asentamiento en Lavaud, (Francia), fechada cerca de 1 millón de años atrás.
No era por cierto un cazador desprevenido o “salvaje”, una prueba de ello es la
elección de cazar animales en base a su edad y sexo. Los estudios modernos de
arqueozoología han puesto luz efectivamente - a través del estudio sistemático
de las ruinas y excavaciones efectuadas en lugares muy distintos, como por
ejemplo, áreas de cocción, áreas de mataderos, fundamentos de los sitios
arqueológicos, la ribera de los ríos, valles estrechos - una actitud selectiva
de los cazadores, dirigido al mismo tiempo a mantener el stock de presas y
asegurar que se renueven sus cuadrillas.
Aquello lleva a un aumento de la
población y a una progresiva concentración en grandes lugares habitados
colectivamente que llegaron a contener centenares de personas, como en los casos
de los refugios de La Madeleine y Laugerie - Bass en Francia, o aglomerados
formados por un conjunto de pequeñas cabañas semienterradas, como ocurrió en
las colonias de cazadores de mamut, de la estepa rusa.
El manejo del fuego, el
aprovisionamiento de pedernales de buena calidad y el reabastecimiento de carne
para la población en un territorio relativamente modesto, la adquisición de
conchas, de fósiles y de piedras raras o insólitas para la creación de
ornamentos, indican un sistema generalizado de intercambio, un tejido de
contactos y de transferencias a través de vías de comunicación conocidas y
practicadas por distintos grupos humanos.
Se favorece así un proceso que
conducirá luego a la domesticación de animales y vegetales en el Neolítico, con
el consiguiente pase a un sedentarismo de las poblaciones. Son estos cazadores
y recolectores del paleolítico los que dejaron testimonio de la más antigua actividad
artística; el naturalismo.
Conocemos que el arte de los
cazadores se desarrollo en un estadio de economía improductiva y parasitaria,
recogían y capturaban su alimento y no lo producían; probablemente vivían en
una forma social fluida, no articulada y en pequeñas hordas. Su arte es un naturalismo
que muestra lo que los sentidos perciben.
El Homo Sapiens Sapiens hace su
aparición aproximadamente 40.000 años atrás. Refugios o refugios bajo rocas:
concavidad rocosa o área protegida de una pared natural y de una suerte de techo
constituido por una saliente horizontal de la roca. Eran utilizadas como
habitaciones, a menudo con la ayuda de estructuras hechas de pieles, ramas o
cortezas.
Los primeros cultos
La palabra “culto” está asociada mecánicamente
al significado actual:
1) “Veneración de la divinidad, devoción. 2)
Práctica devocional, liturgia con la que se expresa en forma codificada el sentimiento
de veneración, y en general, el propio credo religioso. 3) Profunda veneración
por algo”.
Sin embargo, para el paleolítico entendemos por
culto a la expresión en forma codificada de un sentimiento. Son ajenos al
paleolítico, el credo religioso, los dioses, las diosas, potencias o espíritus
y las consiguientes prácticas devocionales y la sacralidad que en ellos se
expresa, pero eso no significa que no tuvieran una “espiritualidad” propia.
El credo religioso, los dioses, las diosas, las
potencias y espíritus y las consiguientes prácticas devocionales y la
sacralidad que a ellos está referida, aparecen en el neolítico al pasar las
poblaciones de cazadores en una cierta medida nómades, a cultivadores y ganaderos
sedentarios, pero esto no significa necesariamente el surgimiento de una
espiritualidad.
Por más de dos millones de años los Homínidas
clasificables como propios del género humano, han vivido sin manifestar una
necesidad de creación artística, de producción de formas simbólicas.
De todas maneras, a partir de 300.000 años atrás
aparecen sepulturas y rituales funerarios, indudablemente señales de reflexión
sobre la vida y la muerte, de la elaboración de creencias sobre el destino que
espera al ser humano después de la muerte. Esto es evidente en el cuidado que
se pone para enterrar el cuerpo en una tumba, a veces en una gruta, y proveer
al difunto de instrumentos, ornamentos y ofrendas de alimentos. El cráneo como
sede de la potencia fue conservado para fines rituales, a veces para extraerle
el cerebro y consumirlo para asimilar su cualidad vivificante. En la gruta de
Ofnet en Alemania se ha encontrado una sepultura de 27 cráneos – dispuestos
intencionalmente con orientación hacia la apertura de la gruta - pintados con ocre
rojo, a los que se les había sacado las primeras dos vértebras cervicales; a
los esqueletos se
les sacaba la médula ósea. Esta práctica de la
sepultura de cráneos era común en todo el mundo y perdura por todo el
paleolítico, un verdadero culto del cráneo.
Por consiguiente, la coloración en ocre rojo de
cráneos y esqueletos tiene que ver con la importancia del fuego, y es de este
último que toma el significado: Es algo que ayuda, que facilita el vivir cotidiano,
que se conserva con mucho cuidado porque representa la vida. Finalmente la
coloración, lo que se colora es el esqueleto, esto significa un procedimiento
de inhumación primero y luego una fase de coloración - una vez que toda la
sustancia orgánica corporal ha desaparecido -acompañada por un posicionamiento particular del
esqueleto.
Es evidente que tantas fases de sepultura no
tendrían sentido si no nos encontráramos frente un sentir, a un deseo de que no
todo termina con la muerte.
A menudo los muertos estaban depositados
ritualmente, adornados con conchas, en santuarios de cavernas, dispuestos en
cierta posición con instrumentos de piedra en las manos, cerca se encontraban
muy a menudo huesos de animales y restos de fiestas funerarias.
El cuidado puesto en la disposición de los
cuerpos, la presencia de utensilios, de alimentos y de objetos no instrumentales
como flores y cuernos de animales, además de discos esculpidos y estatuas de animales, en las varias fases de la sepultura, como
Gruta de Ofnet –
Alemania – 27 cráneos pintados en ocre rojo – 20.000 años atrás
|
instrumentos en la mano, el tratamiento ritual del cráneo y la aplicación
de agentes como el ocre rojo y las conchas, o el cuerpo depositado sobre un
lecho de ocre rojo, parecía una tentativa de dar un aprovisionamiento adecuado
para la continuidad de la vida después de la muerte,
testimonio de un sentimiento, y la tumba o el santuario de la caverna parece
una especie de umbral, de puerta de entrada, más que una prisión o tumba para
que los muertos no escaparan para asustar a los vivos.
Indudablemente, existen otras
manifestaciones artísticas de los hombres del paleolítico, pero sólo conocemos
lo que hasta el momento los especialistas han descubierto o hallado, o sea el
grabado, la pintura o la escultura. Así tenemos que las modalidades de grabado
son muy variadas y van desde la fina incisión al bajorrelieve, que está relacionado
con la escultura de bulto.
La presentación natural que tienen las
cuevas y el material soporte de sus paredes ha condicionado la realización de
las obras. Estas están cubiertas por una fina capa de arcilla de descomposición
de la caliza. Encontramos en ellas trazados digitales, que por lo general, no
tienen carácter figurativo. Raspados, estriados, sombreados o simplemente
líneas se utilizan para acentuar los volúmenes.
Sobre la paleta cromática, esta se
limita a dos colores básicos: el negro manganeso
(también carbón) y el óxido de cobre o oxido de hierro, que va desde el marrón
al anaranjado o el amarillo terroso, predominando el rojo. Ahí notamos que lo
normal son las figuras de un solo color. Las bicromías son menos numerosas y
las policromas son el resultado de utilización de matices y espesores de los
colorantes, combinados con estudiados raspados y finas líneas grabadas.
Lo convencional es abundante. Una de
ellas, por ejemplo es la “M ventral” utilizada en el Magdaleniense para
delimitar el pelaje del flanco de muchos animales. Pero hay convenciones de
formas, espacio, encuadre, simetría y animación.
Algo en común en las obras
prehistóricas, es que son anónimas, pero es evidente la influencia de un
maestro, sobre todo en el arte de las grutas más importantes. Hay un “maestro
de Rouffignac” que descuella en la ejecución del mamut, con un maravilloso
sentido de la composición, y organización de los temas. Lo hay también en Lascaux,
Niaux o en Altamira.
El arte prehistórico adquiere cierta
“personalidad” y el expresionismo, tan diverso y sugerente en el tratamiento
del ojo del mamut, como el caso de Rouffignac, denota un temperamento artístico
excepcional.
En Niaux, los grandes cuadros de
caballos, cabras monteses y bisontes de la “sala Negra”; son obras de un gran
maestro. Él asume la responsabilidad del Santa Santorun de la gruta. En cambio,
deja al cuidado de los artistas de su taller la realización de las figuras de
animales de las salas o galerías secundarias.
E.O. James, E.O. El templo, el espacio sagrado de la caverna a la
catedral, Ed. Guadarrama, Madrid 1966.
Giedion, S. El presente eterno. Los comienzos del arte. Madrid. 1981.Moure, A. El hombre paleolítico. Madrid. 1988.
Wassily Kandinsky – Lo spirituale nell’arte, SE edizioni, Milano 2005.










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